lunes, 21 de enero de 2013

Mega

Mi columna en DEIA, Mega

MegaEN los círculos tecnológicos en los que me muevo, la palabra de moda de esta semana era MEGA. Cuando era niño y, en la calle o el colegio, escuchaba algo que no entendía o desconocía, la solución solía estar en casa. Al principio la familia y, más tarde, la enciclopedia o el diccionario iban resolviendo las dudas. Hoy ni siquiera tenemos que llegar a casa, encendemos nuestro tablet o smartphone, nos vamos a nuestro navegador, en google escribimos la palabra MEGA y voilà (pronúnciese vualá, hasta esto me lo ha contado google) ya tenemos 610.000 resultados, y el primero de ellos nos da la solución.

DESCONOZCO QUE DESCONOZCO
Mega
JUAN DE LA HERRAN - Lunes, 21 de Enero de 2013 - Actualizado a las 05:34h          
EN los círculos tecnológicos en los que me muevo, la palabra de moda de esta semana era MEGA. Cuando era niño y, en la calle o el colegio, escuchaba algo que no entendía o desconocía, la solución solía estar en casa. Al principio la familia y, más tarde, la enciclopedia o el diccionario iban resolviendo las dudas. Hoy ni siquiera tenemos que llegar a casa, encendemos nuestro tablet o smartphone, nos vamos a nuestro navegador, en google escribimos la palabra MEGA y voilà (pronúnciese vualá, hasta esto me lo ha contado google) ya tenemos 610.000 resultados, y el primero de ellos nos da la solución.
Entramos en MEGA. Por supuesto, en el nombre aparece la palabra Beta, esa coletilla que se añade a todo, como dándole el marchamo de nuevo, en lugar de en pruebas. Para entrar al servicio solo nos pide tres cosas: poner un nombre, tener una cuenta de correo y una contraseña. Los escribo y me sale una pantalla con la palabra INCREÍBLE, en grande, una mala traducción de la palabra original que sale a todos los que se registran en inglés, donde me dice que vaya a leer mi correo. En mi correo pulso sobre el enlace de confirmación y ya tengo 50 Gigas en la nube para dejar allí todos los archivos que quiera.
El fundador de MEGA, ese orondo personaje que el año pasado por estas mismas fechas fue detenido en una operación que incluía helicópteros de combate y hombres de Harrelson, acusado de ser el mayor pirata informático de películas y canciones del universo, es Kim Dotcom. En junio de 2012, este arresto fue considerado improcedente por el Alto Tribunal de Justicia de Nueva Zelanda y en septiembre el Primer Ministro se vio obligado a reconocer que el espionaje realizado sobre esta persona suponía una violación de sus derechos como residente en el país. Esta noticia ya no fue portada de periódico.
La principal diferencia con su anterior servicio, MegaUpload, radica en que la información que se guarda en los ordenadores repartidos por todo el mundo, se encuentra encriptada mediante una clave y solo los usuarios con su propia clave saben lo que allí se encuentra almacenado. MEGA desconoce lo que sus clientes registrados guardan allí. Servicios similares a éste hay muchos y algunos de ellos son anteriores a la existencia de MegaUpload. Dropbox, Google Drive, Wuala, iCLoud, SkyDrive o Ubuntu One son solo media docena de ejemplos de servicios de almacenamiento en la nube. La ventaja de este tipo de servicios es que para recuperar los ficheros que hemos salvado allí, solo nos hace falta un acceso a internet y así accedemos a nuestro disco duro virtual. La principal desventaja es que el FBI puede de la noche a la mañana acceder a cualquiera de estos 6 proveedores y cerrar el servicio alegando que allí se encuentra almacenada información protegida bajo los derechos de autor y que se están compartiendo esos datos sin pagar las tasas correspondientes. Supongo que el señor Kim Dotcom, el FBI y los usuarios ya hemos aprendido y sacado las consecuencias oportunas y que cada uno de nosotros le daremos el uso adecuado al almacenamiento en la nube.
Éste no es un servicio reservado únicamente a usuarios particulares. Las empresas están dejando atrás sus miedos y preocupaciones sobre la seguridad y privacidad y están entrando en la nube. Pero para ellas el almacenamiento no es más que la punta de iceberg. Muchas están ya desplegando desde la nube servicios de atención al cliente, comunicaciones o redes sociales corporativas, por citar algunos servicios. Una manera muy sencilla de introducirse en estos servicios es utilizarlos para las copias de seguridad y así quitar el miedo a dejar la información almacenada fuera de la empresa.
Yo nunca he dudado en llenar mi congelador de alimentos ya que confío en que mi compañía eléctrica no me va a cortar el suministro de la noche a la mañana. No tengo un arcón frigorífico gigantesco, ya que confío en que mi supermercado tendrá los productos que pueda necesitar y que velará porque no se rompa la cadena del frío. No sé si soy un ingenuo, pero de la misma forma confío en los proveedores de servicios de almacenamiento en la nube y en mi proveedor de acceso a internet. De todas formas siempre nos quedará el FBI.

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