lunes, 10 de septiembre de 2012

La guerra de las patentes

Mi columna en DEIA, La guerra de las patentes

Desde tiempos inmemoriales el hombre a querido inventar, innovar y emprender. En ocasiones buscando el bien común y en otras ocasiones, totalmente lícitas y lógicas, buscando el lucro personal y la notoriedad en el invento. Pero cuando el negocio está simplemente en la idea y no en la confección del producto las cosas empiezan a ir mal.
La guerra de las patentesLas empresas han empezado a darse cuenta que patentar un producto o una simple idea puede ser un gran negocio. Ya no hace falta desarrollarla, solo hay que esperar a que un simple ingenuo lo desarrolle para ir a todo correr a pedirle que retire el producto porque la patente es nuestra. Por pura lógica, esa persona llegará a un acuerdo económico pero que va en contra de la idea original de las patentes, saber que hay inventado para no caer en ese error.
Las compañías relacionadas con el mundo del teléfono móvil se han dado cuenta de ello y han empezado la guerra de las patentes, capitaneadas en la actualidad por Apple y Samsung. El futuro de Internet se encuentra en el mundo móvil y nadie va a querer perder ese preciado trozo del pastel. La compra por parte Google de Motorola no es casual, es solo una batalla dentro de esta guerra. Espero aclarar un poco en este artículo lo que está pasando y sobre todo que nos vayamos dando cuenta lo que va a pasar en los próximos meses. Estén muy atentos a lo que va a suceder a cuenta de las patentes.

DESCONOZCO QUE DESCONOZCO
La guerra de las patentes 
POR JUAN DE LA HERRÁN - Lunes, 10 de Septiembre de 2012 - Actualizado a las 05:37h

EL lunes pasado en mi colaboración semanal con Xabier Lapitz en su programa de radio Euskadi Hoy, en Onda Vasca, hablando sobre qué nos deparará este trimestre en el mundo de la tecnología, respondí casi sin pensarlo que será la guerra de las patentes. Y desde ese momento le empecé a dar vueltas a cómo plasmar negro sobre blanco, en qué consiste y por qué se ha llegado a esta disputa.
El pasado 24 de agosto, Samsung sufrió su revés más serio en la batalla legal con Apple al considerar un tribunal de San José, California, que había violado seis patentes de diseño y tecnología; entre ellas, el pellizco de la pantalla táctil para agrandar una imagen, el diseño de los iconos en pantalla o la forma en la que el dispositivo detecta los gestos de los dedos en la pantalla táctil. Si bien la sentencia ha sido recurrida, fue condenado a una sanción de 1.000 millones de dólares (unos 795 millones de euros). Pero este hecho no se puede ver como una simple defensa de los legítimos derechos de uso de una patente por parte de una compañía frente a otra.
Es una verdadera guerra comercial por saber quién se llevará el pastel del modelo de negocio de esta década: Internet a través del teléfono móvil. Las operadoras de telefonía móvil son las primeras interesadas en desviar el consumo de acceso a Internet desde el ADSL a las redes 4G. En Europa se han realizado inversiones millonarias en todos los países para tener una red de cable o de fibra óptica con la que dar el máximo de velocidad de acceso desde nuestras hogares a Internet.
Pero no me imagino a esas compañías realizando esas mismas inversiones dentro de las zonas rurales o en países del continente africano, donde recablear es realmente imposible. El acceso en estos sitios se realizará gracias a las redes de telefonía móvil. Y aquí es donde empieza la guerra entre las más famosas marcas de software, hardware o telefonía.
En el año 2011 la compañía Nortel (compañía canadiense de hardware para redes), envuelta en un concurso de acreedores, subastó unas 6.000 patentes por una cantidad superior a 4.500 millones de dólares a un consorcio de empresas formado por Microsoft, Apple, Oracle, Sony y RIM, que es el fabricante de BlackBerry. Para Google, que también había participado en la oferta, este resultado lo interpretó como una declaración de guerra contra ellos por parte de esas compañías. Su respuesta fue inmediata. Compró la marca fabricante de teléfonos móviles Motorola. Pero no por el interés en desarrollar esa marca y su sistema operativo específico para smartphones, Android. La verdadera razón eran las 20.000 patentes que esta compañía disponía y que supone un blindaje ante las posibles demandas que Apple pueda llevar a cabo contra ellos.
Un teléfono móvil tipo smartphone está protegido aproximadamente por unas 25.000 patentes. Si la compañía fabricante no dispone de alguna de ellas, pero quiere hacer uso de la misma, tiene que pagar entre 5 y 20 dólares. El ser propietario de una de estas patentes puede resolver la vida para siempre al dueño de la patente si esta es usada en uno de los teléfonos de moda. Por cierto, Kodak, que se encuentra en suspensión de pagos, tiene abiertas las ofertas por 1.100 patentes. Con esta venta espera salir de la bancarrota el año que viene. Ya se pueden imaginar quién esta pujando.
El espíritu inicial del registro de patentes no era este. Se trataba de una aviso para aquellos inventores que se estaban centrando en un campo específico, que les permitía conocer los desarrollos de los inventos existentes. Que nadie reinvente la pólvora. La primera patente de la historia se concedió en 1449 por un método de fabricación de vidrio tintado, al artesano inglés John de Utynam. Pudo disfrutar durante 20 años de la exclusiva para utilizarlo en las vidrieras de las iglesias. La del primer ordenador de Apple es de 1978. Pero también hay ejemplos de inventos que no fueron patentados. Erno Rubik no patentó el cubo de Rubik, ni Einstein registró el efecto fotoeléctrico; y eso que fue oficinista de patentes en su juventud.

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